A lo largo del avance de la sociedad, los arquetipos
literarios se hacen más fuertes en un sentido de apropiación del consciente
colectivo. Es fácil hacer mención de un concepto tan fuerte que desate un
devenir de imágenes que, de mente a mente, pueden ser muy similares. Personalmente,
este fenómeno causa un interés muy especial.
El hecho de que todos conozcan un mito, le da validez.
Todos hablan de él como si existiera, como si alguien alguna
vez lo hubiera visto. Hablan de una manera tan común como…si existieran.
¿Existen las brujas?
El mito de las brujas es una construcción histórica,
mitológica, cultural y religioso. Pero la imagen de la “bruja”, es el producto
de un intento de desacreditar al género femenino. En la prehistoria, muchas
tribus eran dirigidas bajo un matriarcado. Podemos observar la alabanza de la
figura femenina en culturas muy antiguas (como el mito de Pachamama). Pero la
tendencia a la expansión del ser humano le hace ansiar más territorio donde él
sea el que manda. Es ahí cuando se necesita de la aplicación del hombre. El
cuarto arcano, el estratega, el rey. El que sirve para vencer al oponente.
Por ello la hegemonía cambia poco a poco a un
androcentrismo. Llega un momento en que s necesario crear historias que difamen
a la feminidad. Diosas malignas, mujeres malditas. Sublimación de la oscuridad
en la mujer ante los ojos pendientes del hombre.
Así es como se toma al concepto occidental de lo
pagano, y se traslada a ciertas
costumbres aún latentes del matriarcado. Y de ahí se liga. Lo que no es de Dios
(aquel que claramente es hombre), es del Diablo. Y lo del diablo debe ser feo
para que deje de ser atractivo.
Se cuentan leyendas de mujeres horribles que atentan en contra de la belleza (y
la verdad, la libertad y el amor), separando al príncipe de su princesa, el
bienestar de la gente. Productos que se van oyendo de boca a oído, y que se
tornan en sí una adherencia a la cultura.
En un producto del oscurantismo, llega el momento en que todo lo malo que pasa
en el mundo, es causa de la brujería.
Es esa mujer. De un color inusual, con imperfecciones en todo su cuerpo, que
habita toda la maldad del mundo. Y al querer desacreditarse a la mujer ante el
hombre, cualquier muestra de brillantes es un síntoma de maldad.
Es así como llega la bruja. Un ser disfrazado por chismes,
cuya piel quizá jamás sea perforada. Pero que puede que oculte algo más que
solo oscuridad. Que detrás de ella se encuentre un devenir de talento,
sabiduría y genialidad. Pero al no ser de los seres aún sumisos por el hombre
(como hombre: pene, macho), son tomadas al loco y mandadas al confín del
infierno…donde solo los temerarios se atrevan a asomarse.